noviembre 09, 2009
Marinero - Andrés Suárez
Había mar de fondo, su vuelo fue el vuelo más dulce en el cielo. Bajó la marea, un largo segundo le roba su cuerpo. Nordés desdichado, le besa la espalda y lo tumba en la arena. Se le para el tiempo, lo que era caricia se vuelve condena. Vaivén de memoria. La vida era un cambio de mar, una ola, un frío en enero, subir una falda, salitre en el pelo. Cambiaron los vientos. Se le hizo rutina el dolor, la mentira, los pies sin el suelo, la piel sin el tacto. Abismo al destierro. Se doctoró en miradas, en sonrisas, en su amante prohibida de quimera, en la celda de sus cuatro paredes, en cantos de sirenas engañadas, en sinfonías en sol menor, angustia de saraiba llorando en la ventana, en cuerpos de mujeres que aún soñaba. Del verbo "renunciar a la esperanza". Soy marinero, perdí mi tiempo en alta mar, no pude hallar otro lugar para perderme con mis sueños. Soy marinero con rumbo al sur, he de soñar con otro mar adentro, viajo en paz. Para este viaje, ya no hay besos. Me hablaste de las noches en el mar que sólo tú podías amar. Te dio y quitó la vida y muerte. Me regalaste todo cuanto soy, que es mucho menos de lo que hay en cada arruga de tu frente. Que, si es que hay dios, sabrá de amar lo mismo que has amado tú a ese pequeño toldo azul, reflejo de cristal. Llevo un acordeón para cantarte. Llevo la sonrisa puesta. Llevo las ganas de llorar, que van y vuelven con la marea. Llevo una brújula y un credo, que es tu voz de igual acento. Me dejo el rezo de los necios el más dulce de los entierros.
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